Abrir un melón
¡Hoy toca abrir un melón! Vamos a ver si en realidad está dulce y jugoso o, por el contrario, está insípido y podrido...
Y es el tema de las, redoble de tambores, "chochocharlas".
A principios de semana impartimos un curso en una empresa muy masculinizada en la que, entre risas, algunos de ellos nos reconocieron que a las formaciones de igualdad las denominaban así.
Y, a ver, no es novedoso que todavía haya personas que trivialicen y minimicen estos asuntos. Está claro que esto refleja una resistencia al cambio e, incluso, muestra una actitud defensiva.
Y aquí llega la parte en la que el melón ya está totalmente partido y a la vista... y es la hora de hablar de la masculinidad frágil.
Hay contextos laborales en los que mostrarse interesado por estos temas puede ser percibido, erróneamente, como una señal de debilidad y haya quien no quiera comprometer su imagen (no vaya a ser que...)
Esta inseguridad que algunos hombres experimentan cuando sienten que su identidad o su rol masculino está siendo amenazado, es lo que les lleva a utilizar este término despectivo.
Participar en formaciones sobre igualdad implica autoevaluar comportamientos, creencias y sesgos y esto puede resultar incómodo para algunas personas, ya que obliga a reconocer posibles actitudes machistas o discriminatorias que, hasta entonces, han podido pasar inadvertidas. Así que el desconocimiento, la falta de conciencia o el miedo también pueden estar influyendo.
En definitiva, la utilización de este tipo de términos es un buenísimo ejemplo del porqué es tan necesario seguir hablando, formando e implementando políticas de igualdad.
Porque si con "chochocharlas" nos referimos a espacios donde aprendemos a respetarnos más, a cuestionar nuestros sesgos, a construir entornos laborales justos e inclusivos, a abrir un diálogo (¡no se buscan culpables!)…
¡Entonces, que vivan las "chochocharlas"! 🎉
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